Pumpkin Smiles 1: Demonios

20:17:00


Te dije que volvería pronto ;)
¡Bien! Empezamos por fin con los 52 retos LiterUp, realmente quería esperar un poco más pero me muero porque empieces a conocer a los personajes. Tanta fue mi impaciencia que aun no tengo listo la página del indice, ni lo he montado en Wattpad todavía. Pero tú tranquilo, yo nervioso... En cuanto todo esté en orden lo avisaré y anexaré los links. Por favor no olvides comentar qué te ha parecido.
Sin más, pues aquí te dejo el primer capítulo.

Reto 1: El argumento de tu relato es tu chiste preferido




Algo estaba por pasar en la tienda de servicios paranormales Pumpkin Smiles, el súbito silencio en la mansión tenía inquieto a Carter; no tardó en escuchar gradualmente unos pasos apresurados acercándose desde el segundo piso, suspiró y siguió puliendo el candelabro. Los mellizos se detuvieron frente a él.

—¿Por qué la gallina cruzó la calle, Carter? —preguntaron los mellizos.

El mayordomo de unos treinta años dejó de pulir y miró como hermano y hermana esperaban su respuesta.

—¿Para cruzar al otro lado? —respondió el mayordomo. Los hermanos se quedaron analizando la respuesta.

—No sé, algo no convence, Matthew —dijo la hermana.

—Lo sé, como que le falta algo, ¿Se te ocurre algo Isabella? —respondió ahora el hermano.

—Para nada —Ambos ladearon sus cabezas a la derecha. El mayordomo no quiso indagar, cuando ellos se aburrían eran peligrosos.

Los hermanos se quedaron en silencio, dirigieron la mirada hacia fuera de la habitación.

—Un cliente —dijeron ambos hermanos. Carter dejó atrás a los hermanos hasta llegar al recibidor a recibir al cliente.

Era una mujer delgada de cabello castaño, vestía como una oficinista, observaba todo el lugar con curiosidad. Las luces del espacio eran muy tenues y por ello tardó en notar la presencia de mayordomo. Al toparse con sus ojos no pudo evitar su sorpresa, Carter le sonrió amablemente.

—Discúlpeme, no me di cuenta que se encontraba allí.

—No se preocupe, fue un error mío al no abrir las cortinas —dijo Carter y de inmediato fue a abrirlas, la mujer entrecerró los ojos por la luz directa, y de nuevo quedó fascinada por el lugar—. Bienvenida a nuestra tienda, ¿en qué podemos ayudarle? —dijo él.

—Me dijeron que aquí…Cómo decirlo…—comenzó ella, hizo un ademán de pensar sus próximas palabras—. Llegué aquí por recomendación, pero quizás me haya equivocado de lugar. Verá, necesito ayuda con algo… paranormal.

—Entonces está en el lugar correcto —dijeron los hermanos que se encontraban a cada lado de la joven mujer. La mujer exclamó un grito de sorpresa. Los gemelos sonrieron y se fueron a la habitación contigua.

—¿De dónde…? —comenzó la mujer, Carter se acercó a ella y pidió su mano.

—Lamento eso, a ellos siempre les gusta aparecer de sorpresa —dijo él mientras la conducía a la siguiente habitación hasta el sofá que se encontraba frente a los gemelos, ella tomó asiento sin dejar de admirar el lugar.

—Entonces, ¿en qué podemos ayudarla? —dijo Mathew.

—¿Ustedes son los dueños? —preguntó la mujer.

—Así es —dijeron ambos.

—Vaya, y se ven tan jóvenes. ¿Puedo preguntar cuántos años tienen? —Isabella y Mathew le sonrieron, Isabella iba a responder, pero Carter se adelantó.

—Ambos tienen veinte años, señora —respondió él. Isabella mostró un leve puchero.

—Y con una tienda propia...—dijo la joven mujer y dio un último recorrido al lugar—. Y este lugar… Posee un lindo estilo victoriano, ¿lo han decorado ustedes?

—Algo así —respondió Isabella—, pero volvamos al tema ¿Podría hablarnos sobre su problema?

El rostro de la mujer se ensombreció. Le tomó varios segundos pensar en cómo empezar.

—Es sobre mi marido…

—¿Qué sucede con él? —preguntó Mathew.

—Es difícil decirlo, desde hace unas semanas se ha comportado muy extraño. Él es una persona muy amable, al que pueda echarle una mano lo ayuda sin dudar, su personalidad también es muy apacible —Carter no tardó en llegar cargando una bandeja con té y unos dulces, los dejó en la pequeña mesa en mitad del salón. Isabella no esperó en tomar una galleta con cubierta de fresa y degustarla, Mathew tomó de primero la taza de té. La mujer tomó la taza y se vio a si misma reflejada—. Ha sido un marido excepcional, pero durante estas últimas semanas se ha vuelto tosco, casi no me habla y cuando le pregunto si le sucede algo solo me gruñe —dijo la pobre mujer quien ya sentía un nudo en la garganta—. A veces también dice cosas sin sentido o se queda mirando por varios minutos el vacío —Sus lágrimas comenzaron a caer—. He traído psicólogos, doctores, todos me sugieren que lo interne pero yo… ¡Es mi marido! ¿Cómo podría…? Pero ya no sé qué hacer…

Los hermanos se dedicaron unas miradas.

—¿Recuerda qué palabras dice su esposo? —preguntó Isabella mientras Carter le hizo llegar un pañuelo que la mujer aceptó.

—La mayoría son sin sentidos, solo a veces dice cosas como “cruzar al otro lado” —dijo ella. Carter pudo ver cómo a los hermanos le brillaron los ojos y suspiró.

—Tomaremos el caso —dijeron al unísono.

—¿Eh? ¿Lo harán?

—Así es.

La señora quedó algo preocupada, pero no tuvo tiempo de frenar cualquier actividad, ya los gemelos la habían tomado por ambos brazos para que los guiará hacia su casa. Carter le deseó lo mejor a la mujer. Por el camino la seguían jalando hasta una intercepción.

—¿Hacía donde madame? —preguntó Mathew. La joven mujer aun estaba perpleja.

—H-hacía la derecha —Solo entonces la soltaron y siguieron sus pasos hacía esa dirección—. Esperen, por favor —pidió ella y ambos giraron hacía ella.

—¿Qué sucede? —preguntaron.

—Me hablaron de un pago, de verdad agradezco su ayuda y la quiero pero, si es algo que no puedo pagar… —Isabella y Mathew volvieron a intercambiar miradas.

—El pago dependerá de lo que encontremos —respondió Mathew.

—Al menos en este caso. Pero no se preocupe, nunca cobramos mucho dinero. —Secundó Isabella. La mujer seguía sintiéndose insegura, pero decidió continuar.

Tras unos veinte minutos llegaron al lugar, no quedaba muy lejos de la tienda de los gemelos, era un complejo de apartamentos, la mujer los condujo hasta el piso trece y se detuvo en el apartamento cuatro, abrió con cuidado.

—Querido, traje unas personas que quieren verte —dijo la mujer al entrar —dijo ella, pero nadie respondió.

Los invitó a entrar, ahora eran los gemelos los que no paraban de observar el lugar, a primera vista todo lucía en orden, Isabella fue a la cocina, Matthew fue al pasillo, examinaban todo de forma minuciosa.

—¿En dónde está su marido?

—Debe estar en nuestra habitación. Es la primera puerta a la izquierda.

Ambos fueron a la puerta, Isabella giró el picaporte con mucha delicadeza y abrió la puerta lentamente; la habitación estaba a oscuras, ella terminó de entrar y su hermano no tardó en encontrar el interruptor, cuando se hizo la luz vieron a un hombre atado y amordazado en el suelo, con varios rasguños en la espalda. Para cuando los hermanos entendieron su situación, ya habían cerrado la puerta.

—Parece que empezó el espectáculo —dijo Isabella.

—De verdad que no puedo creer que cayeran tan fácil —dijo la mujer.

—Entonces, tú eras la poseída —dijo Matthew.

—¿Cómo adivinaste? —rió ella con sarcasmo—. No se molesten en pelear contra mi, hace mucho la conciencia de esta mujer dejó el otro mundo.

Los gemelos se observaron, Isabella observó al esposo que lloraba de terror y se arrinconaba en una esquina. Le quitó el paño en su boca, el señor solo gritaba por su ayuda.

—Pienso que sería más fácil si lo sacamos, ¿no crees, Matthew?

—Opino lo mismo. Llévatelo, yo lo distraigo.

—No crean que los dejaré irse, puedo olerlos, los dos despiden una fuerte energía demoniaca —dijo la mujer.

—¿Por eso nos buscaste? —preguntó el chico que comenzó a ponerse en guardia. La mujer sonrió para sí exhibiendo unos largos colmillos y ojos rojos, sus facciones comenzaron a deformarse.

—Perdí toda mi fuerza para escapar del inframundo. Y ustedes ingenuos, exhibiendo su energía de esa forma tan obvia, son presa fácil.

—Vaya, no es muy original, ¿no?

—Callate, pronto serás mi alimento.

—Y yo que por un momento sentí pena por ti —dijo Isabella.

El demonio buscó atacarla, pero ella evadió el ataque, tomó al humano y salió disparada a la puerta principal. Una vez en el recibidor, Isabella terminó de desatar al hombre.

—Por alejese lo más que pueda, nos encargaremos de esto.

—Mi esposa, ¡¿qué le pasó a mi esposa?! —dijo suplicante. Isabella solo entrecerró los ojos.

—Lo lamento mucho, pero no hay nada que podamos hacer, un demonio la poseyó por completo —El hombre se quedó sin palabra alguna, recordó el comportamiento extraño de su esposa de las últimas semanas, si se hubiera dado cuenta a tiempo…

Isabella posó su mano por la frente del hombre, tras unos segundos se desplomó en el suelo, y tras eso se fue a auxiliar a su hermano. Al entrar a la habitación se encontró a su hermano sujetando por el cuello al demonio ya en su forma verdadera.

—No es justo, te quedaste lo mejor —dijo ella

—Sigue vivo, ¿no?

El demonio solo emitía gruñidos de exasperación.

—Ustedes no deberían vencerme, absorví toda la energía vital de esta humana.

—Sí bueno, lo siento pero simplemente te metiste con los demonios equivocados —dijo Matthew.

Poco a poco los hermanos fueron transformándose hasta mostrar su verdadera forma, el demonio al reconocerlos entró en pánico.

—No por favor, les suplico perdón, no sabía… No tenía idea de que…

—Isa.

—¿Sí?

—¿Por qué el demonio cruzó la calle?

—Pues, para cruzar al otro lado.

Un grito atroz retumbó en todo el apartamento. Luego solo silencio.

El hombre despertó tras unos minutos, parecía encontrarse confundido, se preguntó que hacía dormido en mitad de la sala. Vio la hora, recordó que tenía una reunión y fue hasta su habitación, buscó ropa y se cambió con prisas. Iba saliendo de la habitación cuando reparó en su cama.
Trató de recordar porque tenía una cama matrimonial.

Yo solo te anticipo que no todo el tiempo los haré a color (Traducción, como
 ando atrasada los haré a lápiz hasta ponerme al día)


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Espero te haya gustado. En mi cuenta de Instagram podrás ver otros dibujo de la historia, recuerda que cada relato tendrá un dibujo alusivo por el reto #365DiasDibujando.

Es todo por ahora, nos vemos dentro de dos semanas.


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